Hace unas cuantas entradas ya dejé caer que los acontecimientos ocurridos han cambiado notablemente mis puntos de vista sobre determinados asuntos. Con la perspectiva que dan el tiempo y las experiencias vividas, ya no creo que emigrar sea la mejor solución de futuro, ni la decisión más valiente. Y haber fallado en mi intento no es el motivo para cambiar de idea, hubiese llegado a la misma conclusión antes o después. El fracaso solo me ha abierto los ojos más deprisa.
En el pasado, los nuestros han salido de España en momentos en que estaba más que justificado. Era una obligación si no querías morirte de hambre. Pero creo que la emigración de hoy en día es muy diferente. La sociedad actual es cada vez más egoísta y ambiciosa. No nos conformamos con nada, todo lo que tenemos es poco, siempre queremos más y lo queremos cuanto antes. Por eso nos vamos buscando reconocimiento, prestigio, plan de carrera, ganar más dinero... con la justificación de que en nuestro país no hay nada decente.
Por supuesto, no solo es legítimo sino comprensible también. Lo que yo me pregunto es, ¿qué pasaría si todo ese talento exportado lo aprovechásemos nosotros mismos? ¿Habéis pensado en el futuro que tiene un país como España, en el que más de la mitad de los jóvenes no tiene trabajo y el resto decide largarse? La respuesta es obvia: ninguno.
"Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo."
- Albert Einstein -
En el pasado, los nuestros han salido de España en momentos en que estaba más que justificado. Era una obligación si no querías morirte de hambre. Pero creo que la emigración de hoy en día es muy diferente. La sociedad actual es cada vez más egoísta y ambiciosa. No nos conformamos con nada, todo lo que tenemos es poco, siempre queremos más y lo queremos cuanto antes. Por eso nos vamos buscando reconocimiento, prestigio, plan de carrera, ganar más dinero... con la justificación de que en nuestro país no hay nada decente.
Por supuesto, no solo es legítimo sino comprensible también. Lo que yo me pregunto es, ¿qué pasaría si todo ese talento exportado lo aprovechásemos nosotros mismos? ¿Habéis pensado en el futuro que tiene un país como España, en el que más de la mitad de los jóvenes no tiene trabajo y el resto decide largarse? La respuesta es obvia: ninguno.
Los que hemos optado por irnos hemos oído a menudo cosas del tipo: "¡qué huevos tienes!" o "¡hay que tenerlos cuadrados!".
No estoy de acuerdo.
Valiente es el que se queda en su pueblo peleando día tras día para sacar adelante un pequeño negocio, con más pena que gloria, acuciado por la crisis y pisoteado por la dictadura infame de un sistema financiero que goza del mecenazgo político. Yo creo que lo más fácil en una situación como esta es abandonar el barco, no quedarse.
Sin embargo, si cuando vienen mal dadas nos marchamos a las primeras de cambio, nos estamos haciendo un flaco favor a la larga. Si todo nuestro talento se pone al servicio de otros, serán siempre otros los que se beneficien, mientras que nuestro país seguirá sumiéndose en su propia inmundicia. Así jamás tendremos la opción de cambiar nuestra realidad, no llegará el día en que tengamos alternativas decentes para quedarnos en vez de emigrar. No basta con protestar y pedir un país digno al que regresar. Si es eso lo que queremos de verdad, tenemos que luchar por ello, no largarnos dejando el camino expedito a los gusanos que lo destruyen.
ESE CAMBIO DEBEMOS HACERLO NOSOTROS. Nadie más lo hará. En lugar de salir corriendo a trabajar para empresas foráneas que nos saquen de un país sin futuro, tenemos que luchar por un futuro en nuestro país. Necesitamos crear valor añadido, atrevernos a hacer cosas que aporten riqueza a largo plazo, que sean soluciones de futuro y no parches temporales, no agarrarnos a la primera anodina oposición que aparezca solo movidos por el afán de lograr una plaza de por vida, apartarnos de actividades especulativas y facilonas que solo llenan los bolsillos ya rebosantes de unos pocos, renunciar a ser un simple país de bares, turismo y servicios... Toda esa mierda ha demostrado ser pan para hoy y hambre para mañana. Puede que a ti te resuelvan la vida por un periodo de tiempo, pero tus hijos volverán a verse obligados a emigrar y a alejarse de sus raíces.
Conocimiento y esfuerzo. Ese es el único camino.
El que aún no haya abierto los ojos que le eche un vistazo a los datos de desempleo. Las zonas de turismo y ladrillo rondan o superan con creces el 30% de paro, en contraposición a las que viven de industria y tecnología. Hace tiempo que el País Vasco es el ejemplo más evidente de esto, un modelo a seguir para toda España con su tejido industrial y su dedicación al I+D.
Para revertir la situación debemos, en primer lugar, formarnos. Formarnos muy bien, desde muy pronto, como hacen en los países avanzados. Y sí, parte de esa formación debería hacerse en el extranjero durante un tiempo. Todos deberíamos hacerlo a modo de aprendizaje, para abrir nuestra mente y adquirir nuevas ideas. Pero solo temporalmente. Tendríamos que absorber lo mejor de esos sitios y luego volver para aplicarlo en nuestros lugares de origen. Eso nos haría crecer. El problema es que ahora lo hacemos justo al contrario. Trasladamos todo nuestro potencial al extranjero, donde son otros quienes lo aprovechan. Así se retroalimenta este círculo vicioso.
Luego, una vez formados (aunque ese debe ser un proceso sin fin), debemos poner en práctica lo que sabemos. Pero no solamente dando lo mejor de uno mismo para terceros, sino también creando recursos por cuenta propia. Debemos cooperar, asociarnos y complementarnos para sacar adelante proyectos que rompan esta tendencia y generen valor. Así convertiríamos el círculo en virtuoso.
Es evidente que la paupérrima legislación existente no ayuda nada, pero creo que nos falta iniciativa y cultura de emprendimiento. La tendencia ha ido cambiando en los últimos años (más por necesidad que por convicción) pero, en general, cuando el empleo escasea cerca nos vamos lejos a buscarlo. Preferimos desplazarnos para seguir trabajando por cuenta ajena que quedarnos e intentar levantar algo propio. Nos resulta más cómodo trabajar para otros y que sean ellos los que se rompan la cabeza. Pensamos incluso que es una opción "más segura" que arriesgarse a montar un negocio, aunque no siempre es así.
No pretendo ir de listillo, yo soy tan culpable como el que más. Pero, una vez abiertos los ojos, no voy a resignarme sin pelear. Y cada uno pelea como puede. Las movilizaciones son una manera de hacerlo, pero hay otras que pueden ser efectivas, aun siendo más silenciosas. Por eso espero volver tan pronto me sea posible y poner mi granito de arena para cambiar la situación actual. Puede que acierte o puede que no, pero estaré infinitamente más orgulloso y satisfecho de lo poco o mucho que haga, porque lo estaré haciendo con los míos y para los míos. Y eso para mí vale más que el dinero y el plan de carrera.
Sin embargo, si cuando vienen mal dadas nos marchamos a las primeras de cambio, nos estamos haciendo un flaco favor a la larga. Si todo nuestro talento se pone al servicio de otros, serán siempre otros los que se beneficien, mientras que nuestro país seguirá sumiéndose en su propia inmundicia. Así jamás tendremos la opción de cambiar nuestra realidad, no llegará el día en que tengamos alternativas decentes para quedarnos en vez de emigrar. No basta con protestar y pedir un país digno al que regresar. Si es eso lo que queremos de verdad, tenemos que luchar por ello, no largarnos dejando el camino expedito a los gusanos que lo destruyen.
ESE CAMBIO DEBEMOS HACERLO NOSOTROS. Nadie más lo hará. En lugar de salir corriendo a trabajar para empresas foráneas que nos saquen de un país sin futuro, tenemos que luchar por un futuro en nuestro país. Necesitamos crear valor añadido, atrevernos a hacer cosas que aporten riqueza a largo plazo, que sean soluciones de futuro y no parches temporales, no agarrarnos a la primera anodina oposición que aparezca solo movidos por el afán de lograr una plaza de por vida, apartarnos de actividades especulativas y facilonas que solo llenan los bolsillos ya rebosantes de unos pocos, renunciar a ser un simple país de bares, turismo y servicios... Toda esa mierda ha demostrado ser pan para hoy y hambre para mañana. Puede que a ti te resuelvan la vida por un periodo de tiempo, pero tus hijos volverán a verse obligados a emigrar y a alejarse de sus raíces.
Conocimiento y esfuerzo. Ese es el único camino.
El que aún no haya abierto los ojos que le eche un vistazo a los datos de desempleo. Las zonas de turismo y ladrillo rondan o superan con creces el 30% de paro, en contraposición a las que viven de industria y tecnología. Hace tiempo que el País Vasco es el ejemplo más evidente de esto, un modelo a seguir para toda España con su tejido industrial y su dedicación al I+D.
Para revertir la situación debemos, en primer lugar, formarnos. Formarnos muy bien, desde muy pronto, como hacen en los países avanzados. Y sí, parte de esa formación debería hacerse en el extranjero durante un tiempo. Todos deberíamos hacerlo a modo de aprendizaje, para abrir nuestra mente y adquirir nuevas ideas. Pero solo temporalmente. Tendríamos que absorber lo mejor de esos sitios y luego volver para aplicarlo en nuestros lugares de origen. Eso nos haría crecer. El problema es que ahora lo hacemos justo al contrario. Trasladamos todo nuestro potencial al extranjero, donde son otros quienes lo aprovechan. Así se retroalimenta este círculo vicioso.
Luego, una vez formados (aunque ese debe ser un proceso sin fin), debemos poner en práctica lo que sabemos. Pero no solamente dando lo mejor de uno mismo para terceros, sino también creando recursos por cuenta propia. Debemos cooperar, asociarnos y complementarnos para sacar adelante proyectos que rompan esta tendencia y generen valor. Así convertiríamos el círculo en virtuoso.
Es evidente que la paupérrima legislación existente no ayuda nada, pero creo que nos falta iniciativa y cultura de emprendimiento. La tendencia ha ido cambiando en los últimos años (más por necesidad que por convicción) pero, en general, cuando el empleo escasea cerca nos vamos lejos a buscarlo. Preferimos desplazarnos para seguir trabajando por cuenta ajena que quedarnos e intentar levantar algo propio. Nos resulta más cómodo trabajar para otros y que sean ellos los que se rompan la cabeza. Pensamos incluso que es una opción "más segura" que arriesgarse a montar un negocio, aunque no siempre es así.
No pretendo ir de listillo, yo soy tan culpable como el que más. Pero, una vez abiertos los ojos, no voy a resignarme sin pelear. Y cada uno pelea como puede. Las movilizaciones son una manera de hacerlo, pero hay otras que pueden ser efectivas, aun siendo más silenciosas. Por eso espero volver tan pronto me sea posible y poner mi granito de arena para cambiar la situación actual. Puede que acierte o puede que no, pero estaré infinitamente más orgulloso y satisfecho de lo poco o mucho que haga, porque lo estaré haciendo con los míos y para los míos. Y eso para mí vale más que el dinero y el plan de carrera.
"En la vida hay algo peor que el fracaso: el no haber intentado nada."
- Franklin D. Roosevelt -