viernes, 19 de abril de 2013

Semana a la alemana

Desde que vivo en Alemania, muchas han sido las cosas que me han chocado enormemente, circunstancia normal cuando uno se va a otro país. En algunos casos, ese choque cultural resulta más sencillo de encajar y en otros más complejo. Unas veces hace gracia y otras cabrea. Pueden ser cosas sorprendentes o más o menos esperadas. Reconozco también que hay temas en los que soy más alemán que español (ya lo era antes de venir, no me han colonizado). En todo caso, son cuestiones que suelen dar lugar a numerosas anécdotas y no pocas desesperaciones. Por eso, creo que vale la pena dedicar alguna que otra entrada a los aspectos que hacen a los alemanes tan alemanes a ojos de un español. Como prometí hace unos días, hoy hablaré de su obsesión con la hora y sus hábitos semanales.


Para empezar hay que recordar nuestras grandes diferencias en tema de horarios. Debemos reconocer que, en eso, somos nosotros los que llevamos el paso cambiado con respecto a Europa. Aquí se come a las 12:00 (en algunos sitios incluso a las 11:30). Y las 12:00 son las 12:00, no las 12:01. En las empresas, cuando llega la hora en punto, se dirigen cual estampida de búfalos hacia la cantina. Si no te apartas te llevan por delante. Deben pensar que la comida no llega para todos...

La cena de diario, por lo que veo a mi alrededor, suelen despacharla en torno a las 19:00 (media hora arriba, media hora abajo). Y resulta improbable encontrarlos despiertos más allá de las 21:30 o 22:00.

El tiempo juega constantemente un papel primordial. Toda tarea está medida al milisegundo, haciendo del reloj un instrumento básico para la vida cotidiana. En este sentido, llaman la atención los horarios comerciales. En España, los establecimientos tienen UN horario de apertura válido para todos los días de la semana. En Alemania, en cambio, tienen un horario para cada día, cuyo eventual parecido es pura coincidencia. Por tanto, si quieres ir a un sitio determinado, debes tener muy presente la hora y el día de la semana que es, o te lo puedes encontrar cerrado aun en las horas centrales.

Es obvio que hay ocasiones en las que se tiene prisa, pero aquí todo el mundo va siempre a tope. ¿Cómo es posible tener prisa SIEMPRE? No importa cómo se desplacen. Ya sea en coche, en bici o andando, siempre lo hacen a toda pastilla. Es un ritmo de vida que desgasta una barbaridad. Yo prefiero vivir más pausado. Si no tengo necesidad de correr, pues no corro.

Una curiosidad es que, nada más subirse al coche, programan siempre la ruta en el GPS, aunque vayan a 5 km y conozcan de sobra el trayecto. Explicación: primero, que les encanta jugar con sus cachivaches tecnológicos; segundo, que podría existir un atasco de proporciones bíblicas (pan de cada día por estos lares) y tratan de esquivarlo con ayuda del aparato; tercero, por el placer de contar a todos cómo se ahorran 15 segundos de trayecto gracias a los sofisticados algoritmos de cálculo en tiempo real que incorpora su flamante GPS.

En cuanto al modo de estructurar la semana, la vida de lunes a viernes se resume fácilmente: solo trabajan. Se levantan lo más temprano posible para poder terminar la jornada también prontito, salen y se van a casa directos (lo que a menudo supone más de una hora de viaje), cenan cuando nosotros merendamos y se acuestan cuando nosotros cenamos. Así todos los días sin variación. Quedar con alguien, tomar unas cañas... esos conceptos no existen. En poblaciones pequeñas, y especialmente en invierno (que aquí dura mucho más de tres meses), no hay un alma en las calles al anochecer (o sea, poco después de las 16:00). En las ciudades se sigue detectando vida basada en el carbono hasta más tarde. Eso sí, nadie está dándose una vuelta o paseando por el simple placer de hacerlo. Todos van de camino a alguna parte. Solo ciudades con una tradición más universitaria y cosmopolita rompen esa disciplina.

El sábado es el día de las tareas domésticas. Todo el mundo hace la compra semanal ese día por la mañana (mañana: dícese del lapso de tiempo que concluye a las 12:00 del mediodía, por eso se llama a este mediodía). Se aseguran de no necesitar otra compra imprevista antes del próximo sábado cargando sus coches con cajas (literalmente) de víveres. Limpian a fondo sus casas y rinden culto a sus coches. Este último es un ritual que tiene lugar en la puerta de casa e incluye el lavado (y posterior secado) manual de cada centímetro de vehículo con el mayor de los mimos, empleando una amplísima gama de productos para el cuidado de los mismos.

Domingo: ¡por fin un tiempo de asueto! El disfrute consiste básicamente en salir a pasear con la familia al completo. Las alternativas, en función del azote del tiempo, pueden ser: paseo por parques y caminos cercanos o excursión al monte u otro lugar de esparcimiento en la naturaleza. Ambas opciones cuentan con variante a pie y en bicicleta. Otra actividad propia del domingo son las aficiones personales de cada uno. Deportes, aeromodelismo o montar a caballo son algunas frecuentes en mi zona. Los que no hacen negocio aquí son los bares, desde luego. Esta gente es de exterior, no de apoltronarse en cafeterías. Por eso hay menos en toda Alemania de las que hay en tan solo una ciudad española cualquiera.

¡Ah! Si hace buen día (o sea, un par de veces cada verano...), la barbacoa en el jardín también está asegurada los domingos.

Bueno, otro día contaré más historias sobre choque de culturas.

8 comentarios:

  1. ¡Me encanta! jeje totalmente de acuerdo con todo lo que describes. Acabo de venir de pasear un rato porque ha salido el sol y es el único rato de la semana que he visto a gente/familias paseando, tranquilitas dándose chutes de sol.
    Un beso! :)

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    1. Sí, no hay duda de que son "animales" de costumbres. Ahora ya están afilando los colmillos para la temporada de barbacoas. En cuanto caiga un domingo bueno se olerán por doquier...

      Saludos

      P

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  2. Por cierto que esos horarios tienen sus ventajas cuando eres turista y quieres viajar sin congestiones de tráfico porque te vienen bien las horas en las que los alemanes ya no circulan.

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    1. En efecto, si conoces los hábitos del espécimen "alemánicus germánicus" puedes llegar a aprovecharlo en ocasiones. ;)

      Saludos

      P

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  3. "No importa cómo se desplacen. Ya sea en coche, en bici o andando, siempre lo hacen a toda pastilla" ... se te ha olvidado mencionar que, en la mayoría de ocasiones, compaginan el viaje con el almuerzo!!! Para qué perder tiempo sentándose uno tranquilamente si se puede comer a toda hostia mientras vas de "a" a "b". Alemania, país del multitasking!

    Por lo demás, tienes un blog excepcional, me ha encantado!

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  4. Lo de la pausa y el sosiego no va con ellos, desde luego. Y lo del almuerzo es insano, de verdad. ¡Qué barbaridad! Eso no es comer, es engullir. Tragar a esa velocidad no puede ser bueno para la salud...

    Muchas gracias por tu comentario.

    Saludos

    P

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  5. Qué horror!!! Vivir así toda una vida se me antoja una pesadilla. Someone shoot me!

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    1. Y tanto que sí... No hay hueco para la espontaneidad en este país. Todo está programado. Son puros autómatas.

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