viernes, 3 de mayo de 2013

Responsabilidad, madurez... EDUCACIÓN

Algo bueno de salir a otros países es que te percatas de las cosas que hacen de manera muy diferente al tuyo. Así, al comparar los modos de actuación en diversos asuntos, se comprende perfectamente porqué cada uno está como está. Por desgracia, no se exige esta experiencia para dedicarse a la política. Solo mediante la observación y el sentido común aprenderían más que en sus universidades privadas, sus escuelas de negocios y sus emebeás superelitistas. Ningún país en el mundo es un modelo perfecto, pero hay que aprender de aquellas virtudes que otros tienen y nosotros no. 


En la entrada anterior di mi opinión acerca de cómo romper el círculo vicioso en el que España está inmersa. Como dije entonces, creo que eso solo puede lograrse por la vía del conocimiento y el esfuerzo, piedras angulares de cualquier país avanzado. Solamente en torno a eso se construye una sociedad más capacitada, más próspera, más madura y más respetuosa. Con todas las objeciones que se le quieran poner —que las hay—, Alemania es un ejemplo de esto. 

Aquí la gente alcanza un mayor grado de madurez mucho antes que en España. Me ha sorprendido a menudo encontrarme personas de corta edad con la cabeza muy bien amueblada, que hablan con criterio y responsabilidad de temas muy serios. A mi modesto entender, esa actitud rara avis entre la juventud española es debida a la educación recibida en todos los ámbitos desde muy pequeños. Responsabilidad, esfuerzo y formación son valores clave que se potencian en todo momento, tanto en el seno familiar como fuera de él.

A diario veo a los críos que vienen con sus mochilas de la escuela. No levantan un palmo del suelo, pero van caminando, en bici o en bus, sin que los acompañe ningún adulto. No es necesario. Esos pequeños cabroncetes ya pueden hacerlo solos.

Pocos años más tarde, siendo tan solo unos niños, ya toman contacto con sus primeras experiencias laborales. Es normal verlos repartiendo periódicos, folletos de ofertas o la hoja parroquial a cambio de un dinerito con el que se financian sus pequeños caprichos. Pero incluso a esa temprana edad surge la semilla de futuros emprendedores. Hace solo unos días vi un cartel por la calle que me llamó la atención. Era un folio DIN-A4 pegado en una farola, en el cual figuraba la foto de unos perritos a todo color. En la parte inferior tenía los típicos cortes para arrancar el trocito de papel con el número de teléfono. A primera vista pensé que se trataría de un anuncio por un perro perdido, unos cachorros regalados o algo así. Cuál fue mi sorpresa cuando me acerqué y leí lo siguiente:

"Cuidadora de perros. 11 años. Responsable y muy cariñosa con los animales."

A-CO-JO-NAN-TE. Subrayo la edad porque tiene bemoles la niña. Con 11 añitos y toda una empresaria en ciernes... Pues eso, los niños pasean, cuidan o dan de comer a los perros por un dinerillo. Y los "clientes" los contratan a pesar de su edad porque saben que pueden fiarse, además de para fomentar esa toma de responsabilidad temprana. A muchos esto le parecerá una chorrada, pero a mí me parecen cosas extremadamente significativas, porque sientan las bases de lo que viene después.

Cuando llegan a la adolescencia, cuentan con unos mecanismos de integración al mercado laboral dignos de mi admiración. La formación que reciben los chavales es increíble. No entro a valorar la que reciben en las aulas o en los libros, porque no la he visto. Yo hablo de la formación de verdad, la que se adquiere con las manos en la masa al lado de los que saben, y no chapando lecciones para repetirlas como un loro.

Todos los meses llega a cada empresa una nueva remesa de estudiantes en prácticas. Yo alucinaba las primeras veces que vi a chicos de 14 o 15 años donde trabajaba. Era algo tan desconocido para mí que pensaba si sería una jornada de puertas abiertas o quizá los hijos de algún empleado esperando a su padre. Pero no. A esa edad, los chicos toman su primer contacto con el mundo real. Realizan tareas que no se limitan a cargar cajas y hacer los recados. Asumen ya desde entonces responsabilidades y encargos serios. Empiezan a aprender lo que es un oficio y lo que es la vida. En otras palabras: maduran como personas.

Asimismo, llegan también estudiantes universitarios. Aquí es inconcebible terminar una carrera sin haber realizado unas prácticas en empresa. Y unas prácticas son unas prácticas, no una pantomima. Os garantizo que los trabajos que hacen son muchas veces imprescindibles, más importantes incluso que los de alguna gente que está en plantilla. Aportan nuevas ideas, frescura y el empuje propio de la juventud, que unidos a la experiencia de los veteranos con los que colaboran producen mejoras muy valiosas para la empresa.

Por eso no es casualidad que las empresas se rifen a los estudiantes. Mantienen una feroz competencia por atraerlos, y el abanico de opciones que tienen ellos para elegir es sencillamente envidiable. Y claro, habiendo demostrado su capacidad durante las prácticas, ¿qué empresa va a dejarlos escapar? Ninguna con dos dedos de frente. La práctica totalidad de los que entran en prácticas reciben una oferta de contrato de trabajo al concluir ese periodo, incorporándose así inmediatamente al mercado laboral.

Pero no termina ahí la cosa. Durante todo ese proceso, son muchos los que adquieren conocimientos y madurez suficiente como para dar el salto y crear su propia empresa. Y manteniendo el estrecho contacto empresa-universidad, pueden seguir desarrollando productos innovadores que las hacen crecer. Esas nuevas empresas generarán más riqueza para la región y a su vez servirán como trampolín para otros profesionales en el futuro. Habrá cada vez mejores opciones para no tener que marcharse a otra parte.

Este es, ni más ni menos, el círculo virtuoso al que hacía referencia la semana pasada. 

Y como todo va unido, es obvio que los beneficios de esa educación van más allá del ámbito académico y laboral. Unos jóvenes más maduros y responsables son infinitamente más respetuosos. No adquieren hábitos dañinos, no cometen actos vandálicos, no adoptan la destrucción por pasatiempo y no emplean gratuitamente la violencia. Se independizan inmediatamente de sus padres y no se convierten en perennes parásitos. En definitiva, gozan de una vida más plena: viven y dejan vivir.
"Educación es lo que queda después de olvidar lo que se ha aprendido en la escuela."
- Albert Einstein -

4 comentarios:

  1. Me han gustado muchísimo tus dos últimas entradas: has expresado muy muy bien lo que sucede.Estoy totalmente de acuerdo contigo.
    He estado ausente porque en España esta semana no tenía ordenador, pero me alegra volver a leerte y enseguida tendrás noticias mías.
    I.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Willkommen zurück!
      Me alegro de que te gusten. Así es como veo la situación ahora mismo. Quizá tenga que cambiar de idea cuando me harte de estrellarme contra el muro...

      Saludos

      P

      Eliminar
  2. Es curioso, justamente el otro día en el Spiegel de hace unos meses leía un reportaje (el central) que decía algo muy diferente: como ahora los niños en Alemania están sobreprotegidos, cómo se les lleva al cole aunque éste esté a menos de 2 km de casa, etc. Vaya, pintaban un panorama muy similar al que veo en España en los últimos años.

    Y digo últimos años, porque eso que comentas de España sí que lo veo hoy en día, pero ni por asomo cuando era más pequeña. Ignoro qué edad tienes, pero o has vivido otra realidad o no sé. No te digo que todo el mundo lo hiciera así, pero he ido sola al cole desde que tengo uso de razón (y además me acuerdo perfectamente siendo un moco de menos de 6 años, cuando nos mudamos, y ya exigiéndole a mi madre que me dejara ir!!!), y no era para nada la excepción. En cuanto a espíritu emprendedor, pues ahí no sé qué decirte, porque reconozco haber hecho mis pinitos empresariales de pequeña, y tampoco no era la única. Quizás era por la mentalidad propia catalana (viví allí los 9 primeros años de mi vida) y a la que veo muchas similitudes con la alemana en muchas cosas. En otras no, claro, no en vano sigue siendo parte de panderetacountry. Lo de tener trabajitos, ídem, para ganarte tus perrillas. Muchos veranos así. Bien es cierto que era un pueblo, quizás se preste más a este tipo de actividades que una ciudad.

    En cualquier caso, si bien es cierto que los alemanes tienen una educación en ese sentido más fuerte que la española, tampoco es oro todo lo que reluce. Yo en su día ya me bajé del guindo. Pensaba, estos estudiantes alemanes, jo, qué maduros son, tan jóvenes y viviendo solos, etc. Sí, es muy bonito, pero hay que contar por qué pueden permitirse independizarse cuando tienen 18 años. Unos padres que te pagan el alquiler en tu ciudad de estudios es un requisito que he encontrado en todos los casos preguntados. Por no hablar que los padres reciben una ayuda por hijo y hasta que cumplen (no me acuerdo si 22-25 años) de 150 euros al mes. Si a eso le añadimos que al ser estudiante tienes ventajas económicas en muchos sitios y que seguramente puedan optar al Wohngeld...pues claro que se pueden independizar!!

    Francamente a pesar de tenerles siempre en el más alto de los altares, me di cuenta que ni todo era tan maravilloso en su caso, ni tan mierdoso en nuestro. Al final he puesto cada cosa en su lugar y ya no pienso ni por asomo que un estudiante español medio sea más inmaduro que su homólogo alemán.

    Menos preparado para un puesto de trabajo al terminar sus estudios, sí, por falta de oportunidades y porque los planes de estudio son una mierda. En eso los envidio profundamente. Pero en el resto, na nai.




    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo también tengo la sensación de que hace años había menos tontería que ahora. La llamada sobreprotección es en realidad un flaco favor que los padres de ahora hacen a sus hijos. Y es cierto que ese fenómeno también se da en Alemania (faltaría más), aunque mi sensación es que siguen siendo bastante más independientes que en España.

      Para mí, vivir fuera de casa pero con el dinero de papá no es exactamente "independizarse". Puede considerarse lógico que los padres paguen los estudios de un hijo, pero después se acabó lo que se daba. Yo aquí veo gente totalmente independiente con menos edad de lo que es habitual en España. Evidentemente, ese es el famoso círculo del que hablo. Para poder hacerlo, se necesita un trabajo, unos ingresos, etc. O sea, todo lo que no hay en España. Pero ojo, también se necesitan ganas de hacerlo. Y yo veo demasiado a menudo gente muy cómoda en España que piensa, "para qué voy a doblar el espinazo pudiendo vivir a la sopa boba".

      En cuanto a capacidad empresarial, creo que en esto los hechos hablan por sí solos (desgraciadamente). Obviamente hay personas y zonas de nuestro país que no tienen nada que envidiar a Alemania en ese aspecto. Pero en global, la realidad es indiscutiblemente la que es... Ni nosotros somos tan malos como parece, ni ellos tan buenos. Al igual que tú, eso lo he aprendido viviendo en el extranjero. Pero al mismo tiempo he aprendido otra cosa igual de cierta: cada país está exactamente donde se merece por méritos propios. No me cabe la menor duda. Por eso, más nos vale ser autocríticos y espabilar, en vez de culpar siempre a otros. Con sus virtudes y sus defectos, es innegable que los alemanes han sabido crear un modelo de país que les funciona. Y nosotros, pues no.

      Saludos

      P

      Eliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.