miércoles, 27 de marzo de 2013

¿Y ahora qué?

Un día llegas al trabajo y te llaman a una habitación. Te explican que la empresa pasa por dificultades que le obligan a tomar decisiones drásticas y, antes de que te des cuenta, estás recogiendo tus cosas del lugar de trabajo y saliendo de allí para no volver. Estás despedido. ¿Y ahora qué?



Esta pregunta ya es difícil de responder ante tal situación estando en tu tierra. Pero si además resulta que estás en otro país, las preocupaciones que te asaltan sobre tu futuro hacen que tu vida se parezca de repente a un túnel sin salida. Desconoces las leyes, los procedimientos y hasta tus derechos básicos, y encima no puedes expresarte plenamente a causa del idioma. Una experiencia francamente desagradable, la verdad.

Cuando eso ocurrió, empecé a buscar soluciones y a hacerme infinidad de preguntas. Por ejemplo, de repente debía replantearme mi lugar de residencia: "¿Me quedo en Alemania? ¿Me vuelvo a España? ¿Huyo hacia adelante y pruebo en otro país?" Estas cuestiones en particular se fueron respondiendo solas a medida que recogía información por el camino. Es de lo que hablaré a continuación. Otras muchas, sin embargo, aún siguen sin respuesta.

Personalmente, mi decepción fue de tal magnitud que me hizo perder las ganas de seguir dando tumbos por el mundo. No podía quitarme de la cabeza un pensamiento: tanto sacrificio para terminar así; para eso es mejor estar en mi casa. Si hubiese tenido una varita mágica que me permitiese hacer lo que quisiera, yo hubiera vuelto a casa inmediatamente tras el despido. Es verdad que luego he ido relativizándolo un poco, pero la enorme decepción no se borrará nunca. Hasta tal punto es así, que muchos de mis puntos de vista han cambiado.

Si miro atrás me asombro al pensar con qué decisión me lancé a la emigración. A veces creo que debía estar loco para elegir este camino, pero no me asustaba y estaba convencido de que quería hacerlo. Ahora en cambio, con todo lo ocurrido, esas ganas han desaparecido, y he dejado de pensar que la mejor forma de mejorar es irse a otro país (puede que en otra entrada desarrolle el porqué).

En cualquier caso, pese a mis muchas meditaciones y deseos, es la realidad la que de momento se encarga de decidir por mí.

En primer lugar, la búsqueda de trabajo en ciertos países se trunca de nuevo a causa de sus respectivos idiomas (una lección que ya aprendí). A esto se suma el hecho de que no estoy muy por la labor de volver a empezar de cero. Después de haber superado ya aquí las dificultades iniciales y conseguir adaptarme... sería como en el parchís volver a la casilla de salida cuando llevas todo el tablero recorrido. No pensaba así hace unos meses, cuando seguía atraído por conocer otros países. Pero como digo, ahora mis prioridades han cambiado.

En segundo lugar, lo de encontrar trabajo en España ya sabemos cómo está. Desde el primer momento tuve que resignarme en este sentido. Salvo milagro improbable, es una utopía volver ahora.

Por tanto, parece que la opción de permanecer en Alemania es la más adecuada. Y en efecto, así es. Tiene que serlo a co..nes, porque es la única. No sólo por eliminación, sino también por motivos legales derivados de la normativa europea en materia de desempleo.

Me explico.

Simplificando mucho para no aburrir: los periodos trabajados en cualquier país de la unión se computan para calcular cuánto tiempo de paro te corresponde (para lo cual se necesita el formulario europeo PD U1; no entraré en eso ahora, si alguien tiene interés no tengo inconveniente en contestar preguntas). Pero tienes derecho a percibir la prestación en el país donde nació tal derecho. En mi caso, Alemania (que es donde me quedé en paro), no España (a pesar de que allí haya cotizado más años).

Eso por un lado está bien, porque obviamente la prestación es de mayor cuantía en Alemania. Pero por otro lado no tanto, porque la prestación dura menos tiempo (en mis condiciones, la mitad, para ser exactos).

La consecuencia es que, si quisiera volver a España ahora, tendría que hacerlo con una mano delante y otra detrás, puesto que trabajo no hay y allí no tengo derecho a paro, lo que sería una verdadera locura. De ahí que quedarme en Alemania sea mi única opción razonable de momento.

Es cierto, como muchos sabréis, que la legislación europea permite exportar la prestación por desempleo entre países de la unión (formulario PD U2). Pero tan solo puedes "llevarte" tres meses, tengas el tiempo que tengas. Es decir, si te queda por ejemplo un año entero de paro y solicitas su exportación a otro país, te conceden tres de esos doce meses. Una vez transcurridos esos tres meses, si sigues en paro y no vuelves al país de origen, el resto lo pierdes definitivamente.

Así pues, todavía no es una opción para mí. Ese tiempo lo consumiría prácticamente ya sólo en mudarme. Hoy por hoy, sólo puedo plantearme volver a España si tengo trabajo, lo cual es sinónimo de decir que no puedo volver.

Lo peor de este galimatías legal es que también obstaculiza otra de las vías para intentar salir adelante: crear mi propia empresa. Dado que no tengo derecho a paro en España, no puedo acogerme a la famosa capitalización del mismo ni a ninguna otra de las supuestas ventajas que anuncian para emprendedores. A no ser, claro está, que me la juegue y haga un salto mortal sin red (todo llegará...).

En conclusión, quiera o no quiera, estoy atrapado aquí. Todo lo que puedo hacer por ahora es seguir buscando trabajo. Si en los próximos meses consigo encontrarlo, pues bien. Si por el contrario no es así y nada cambia, mi condición de emigrante tiene ya fecha de caducidad, y ésta coincide con la de mi derecho a percibir paro. A partir de ahí me convertiré en un emigrante retornado prematuro. Siguiendo mis propios consejos, me niego a permanecer aquí careciendo de ingresos, aunque ello suponga volver a casa derrotado y con el rabo entre las piernas.

Veremos lo que depara el futuro inmediato.

2 comentarios:

  1. he encontrado tu blog y me identifico plenamente!!!! gracias estoy feliz que haya gente sincera y no hable de alemania tan bien como se vende :)

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    1. Gracias. Tan solo intento opinar de forma objetiva, para lo bueno y para lo malo. Alabo lo que es digno de alabar y critico lo que ha de ser criticado, desde mi punto de vista. Hay que conocer todas las perspectivas para no llevarse a engaño. La visión sesgada que han fomentado algunos contribuye a generar expectativas erróneas.

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