sábado, 21 de diciembre de 2013

Alemania a cualquier precio

Irse a Alemania está de moda. Trabajo, buen sueldo y preciosos mercadillos navideños. ¡Cómo mola! Pero, lo siento, para ver bonitas estampas de nieve, lucecitas y árboles decorados tendrás que cambiar de página —no te costará encontrar una de esas—. Ese no es mi estilo, así que voy a hablar de algo mucho menos festivo y glamuroso. Se trata de una oferta que he visto últimamente para unas prácticas remuneradas en Alemania.


La susodicha oferta se dirige a personas entre 18 y 29 años que tengan la ESO como mínimo, aunque aceptan gente con Bachillerato, FP y hasta universitarios. No se requieren conocimientos previos de alemán. Los seleccionados recibirán un curso de alemán básico (3 meses) en una ciudad española, donde deberán correr con los gastos de alojamiento, y luego otro (2 meses) ya en Alemania, este con alojamiento a cargo de la empresa. La duración de las prácticas se estima entre 2 y 3 años, en los que la remuneración será de unos 800€ brutos al mes. Finalizadas las prácticas, el candidato podría incorporarse a la empresa percibiendo unos 26.000€ brutos al año.

Bien. Hasta aquí los datos objetivos. Ahora mi punto de vista personal:

Sin conocimientos previos, el curso básico de alemán te servirá para dar los buenos días y la hora a duras penas. Poco más. Durante los 3 meses de curso en España, a no ser que tengas la suerte de vivir en la ciudad donde se imparte, empiezas a soltar pasta, porque tienes que mudarte por tu cuenta. Para el curso en Alemania no pagas alojamiento, pero esos 2 meses serán escasos para encontrar un lugar digno donde vivir después, el cual ya tendrás que pagar de tu bolsillo. Con un sueldo de 800€ brutos (unos 600€ netos) te podrás permitir una habitación y vas que ardes. Pero te recuerdo que aún tienes que comer. Como no tengas más dinero que el de estas prácticas, vas a comer muy, pero que muy mal. Y ya no hablo de divertirse ni nada por el estilo… Ah, y tampoco olvides que seguirás sin tener ni idea de alemán, o sea que tu vida se parecerá en muchos momentos a una pesadilla.

Por fin, si aguantas esos 2-3 años sin desquiciarte ni morir de inanición, existe la posibilidad —no la garantía— de que pases a estar en plantilla, con un sueldo de 26.000€ brutos anuales. Suponiendo 12 pagas y sin entrar al detalle de tus circunstancias personales, eso son del orden de 1400-1600€ limpios al mes. Esto, comparado con España, puede parecer una cifra interesante, y no digo yo que sea para despreciarla —sobre todo cuando no se tiene nada—, pero con esa cantidad aquí no irás sobrado precisamente. Por ejemplo, solo el alquiler de un piso normalito puede llevarse prácticamente la mitad de ese sueldo.

En definitiva, no niego que ofertas de este tipo pueden suponer una ocasión para alguien que no la tiene en España, pero hago este análisis para mostrar que hay que pensarlo muy bien. No es tan sencillo como agarrar la maleta y largarse. Analiza todos los detalles detenidamente antes de dar el paso. Ya he dado mis motivos por los que creo que emigrar no es la solución. Si aún así tienes claro que es eso lo que quieres, te garantizo que no va a ser fácil, así que dos recomendaciones: 1ª) nunca bajes los brazos ante las dificultades ni dejes de pelear; 2ª) trabaja, trabaja, trabaja duro cada día hagas lo que hagas.

domingo, 15 de diciembre de 2013

En Alemania no se habla alemán

He alertado ya en más de una ocasión (como aquí o aquí) de la importancia capital que tiene el idioma en esto de emigrar. En la actualidad, son muchos los que pasan por alto este aspecto y se vienen para Alemania "a ver qué pasa", cosa que desaconsejo una vez más. Otros, por su parte, tratan de aprender algo de alemán antes de lanzarse. Pero, si eres de estos últimos, tengo malas noticias para ti: no te encontrarás muchas personas que hablen el alemán de los libros —especialmente si te instalas en el sur—.





Suele decirse que el área de Hannover es prácticamente el único reducto donde se habla "limpiamente". En las demás regiones, el alemán estándar se ve normalmente relegado por los dialectos propios de cada una, encontrándose incluso múltiples variantes dentro de un mismo estado. Este mapa refleja el complejo panorama.

La consecuencia de tal batiburrillo es que un extranjero puede volverse loco. Ya es bastante enrevesado este idioma como para encima tener que lidiar con dialectos imposibles. Es evidente que todas las lenguas tienen sus peculiaridades regionales, pero lo que ocurre aquí trae de cabeza al más pintado. Si bien dentro de España encontramos acentos muy distintos, todos usamos básicamente las mismas palabras. La diferencia entre un aragonés y un canario, por ejemplo, radica fundamentalmente en la particular pronunciación y entonación de cada uno, y no tanto en el léxico empleado. Aquí, sin embargo, hay dialectos que han distorsionado tanto el lenguaje que han dado lugar a un vocabulario muy singular. Gente de zonas distintas tiene problemas para entenderse si cada uno habla "a su manera", y es ahí cuando no les queda más remedio que recurrir al alemán estándar. Ahora, dentro de su propia zona dialectal, aparcan el habla "académica".

No soy filólogo ni nada por el estilo —si hay alguno en la sala, que me corrija—, pero tengo una opinión personal al respecto. Creo que esto puede deberse a la ausencia de un estatus de lengua oficial de los distintos dialectos. Pienso que si estuvieran normativizados quizá el entorno lingüístico resultaría menos confuso. En España tenemos tres idiomas cooficiales que se usan en sus correspondientes regiones, pero el castellano es nuestra lengua común y es relativamente uniforme en todo el territorio. Incluso el español americano, con un océano y miles de kilómetros por medio, me parece menos distante —con sus evidentes diferencias y particularidadesdel español europeo de lo que son algunos dialectos alemanes entre sí, separados por unos pocos cientos de kilómetros.

En fin, para los curiosos dejo este enlace. Se trata de un mapa interactivo en el que os podéis entretener con ejemplos de los peculiares dialectos y su comparación con el alemán estándar.

sábado, 23 de noviembre de 2013

Alemanes: curiosos seres sin vergüenza

Son numerosos los indicios que apuntan a que los alemanes no están dotados de un gran sentido de la vergüenza. Su clásico modelito de sandalias con calcetines es quizá el más obvio de ellos , pero también en otros órdenes de la vida es remarcable su ausencia de tapujos y remilgos.

Una de las primeras cosas que me saltó a la vista en su día fue lo (dolorosamente) directos que son a la hora de discutir e intercambiar impresiones. No se andan por las ramas. Sueltan su opinión a bocajarro y no reparan demasiado en hacerlo con mucho tacto. Una escena que presencié en el trabajo hace poco me lo ha recordado.

Todo vino porque gran parte de los trabajadores están de uñas con la directiva a causa de ciertas decisiones adoptadas por la compañía. En medio de este ambiente "bélico", tuvo lugar una reunión multitudinaria a la que acudimos todos —cosa frecuente en muchas empresas de aquí—. Tras las explicaciones del mandamás, se abre el turno de preguntas y toma la palabra un empleado raso. Pues, ¡vaya rapapolvo le echó el fulano al mismísimo presidente! Le cantó las cuarenta y todo lo que le pareció oportuno, a lo cual le siguió un gran aplauso de aprobación por parte del respetable. Y a continuación se sucedieron otras intervenciones del mismo corte. Personalmente yo nunca he visto esto en España. De hecho, mi experiencia ha sido siempre al contrario. He oído mucha protesta inútil por lo bajini pero, a la hora de la verdad, poca gente expone sus quejas a la cara. Asimismo, pocos jefes aceptan críticas con esa crudeza sin convertirlo en algo personal, y he de decir que lo encuentro muy positivo.

Cambiando de tema, otra situación curiosa es una que tiene que ver con las invitaciones. Me ha pasado ya en un par de ocasiones, que distintos amigos me invitan a su casa a cenar y, sin ningún reparo, me piden que lleve comida. Es decir, cada uno de los asistentes lleva algo y así no recae todo el gasto en los anfitriones. Incluso en uno de los casos se celebraba un cumpleaños y el homenajeado me dijo abiertamente que, en lugar de regalos, prefería una ensalada (¡!). Para mí es una costumbre francamente chocante, que no me imagino en España. Vamos, lo que yo conozco es justo al contrario: ¿que vienen 10 invitados? Pues nada, preparamos comida para 20 por lo menos... No hacerlo así sería una deshonra.

Tampoco existen miramientos con respecto a ofertas, promociones y vales descuento de diversos establecimientos. Por algún motivo, a muchos españoles les da vergüenza usar este tipo de cosas, como si los demás fueran a pensar que eso es ser cutre o algo así. Aquí nada de eso. Aprovechan hasta el último céntimo de la forma más natural del mundo, independientemente de su poder adquisitivo además. Y es que, nadie se ha hecho rico despilfarrando, ¿no?

Por último, otro aspecto en el que se constatan importantes diferencias es que, a pesar de ser gente muy fría, son mucho más desinhibidos en el tema de la desnudez. Curiosamente, no tienen demasiado pudor en este sentido, algo por contra tan arraigado en el carácter latino. Es bien conocido, por ejemplo, el hecho de que las saunas alemanas suelen ser mixtas, y hombres y mujeres se mezclan con total naturalidad. A mi no me gusta la sauna y por eso no he visitado ninguna. Sin embargo, sí me ha sucedido una situación algo cómica en un vestuario (masculino). Salgo de la ducha —en pelotas, claro está— y me encuentro a una chica de mantenimiento que iba a revisar las instalaciones. Pues allí estaba ella tan campante paseando entre pitos por doquier. Y diría que fui el único de los presentes al que le pareció extraño...

Esta ausencia de pudor se refleja también en las casas, siempre muy abiertas, cuyo interior es perfectamente visible desde fuera. Paseando junto a ellas puede verse todo lo que hacen dentro; una falta de privacidad que a mí me resultaría incómoda, la verdad. Sin embargo, ellos no tienen el menor problema con eso. En algún sitio leí que esta costumbre tiene que ver con la religión. Al parecer, se consideraba entre los protestantes como un signo de conciencia limpia, de no tener nada que ocultar. No sé si es por eso o no, pero lo cierto es que tengo una vecina que, en más de una ocasión, se ha cambiado en la misma ventana sin preocuparse mucho de que la vean... Y puedo confirmar que, en efecto, tiene poco que ocultar, sí señor...

sábado, 26 de octubre de 2013

Yo no admiro a Amancio Ortega

La dualidad éxito/fracaso ha estado presente en este blog desde su comienzo, y hoy me permito retomar esa temática con una crítica —espero que constructiva— a alguien que puede considerarse el éxito personificado: el empresario Amancio Ortega. No es que le tenga especial animadversión, podría haber elegido a muchos otros para esta crítica, pero creo que él es la figura más relevante y representativa de lo que quiero exponer. De ahí que le dedique la carta abierta que escribo a continuación.


Estimado Sr. Ortega:

No creo que vaya usted a leer nunca estas líneas. Seguro que no ha alcanzado su excelente estatus perdiendo el tiempo en nimiedades como esta. Aún así, voy a escribirlas igualmente. Después de todo, quién sabe si el azar puede hacer que un día aterrice en esta humilde página.

Le comentaré, pues, el motivo de mi carta.

Verá, como multimillonario que es, estará usted acostumbrado a escuchar infinidad de alabanzas a su persona. Es evidente que ha tenido una trayectoria envidiable y no pongo en duda su capacidad como empresario. ¡Faltaría más! A la vista están sus resultados. Sin embargo, lamento mucho decirle que, a pesar de todo, yo no le admiro.

Ya imagino que eso no le quitará el sueño, pero me gustaría explicarle porqué.

Saliendo de un lugar humilde ha llegado a ser, según los entendidos, el tercer hombre más rico del planeta, seguramente a base de muchísimo trabajo y no menos inteligencia. Esas fuentes estiman su fortuna en 57000 millones de dólares (datos de marzo 2013), y le señalan como el hombre que ha ganado más dinero en 2012, con 19500 millones de dólares. Unas cifras mareantes para el común de los mortales, cuyas mentes no alcanzan a imaginar magnitudes de tal calibre.

A la vista de estos datos, encarna usted el perfecto prototipo de hombre de éxito. Un ejemplo a seguir.

Pero, dígame Sr. Ortega, ¿qué valor crea usted para su entorno desde su privilegiada posición? Reconozco que no me he estudiado todos los pormenores de su actividad, y puede que me sorprendiese al saber la respuesta. Sé que ha hecho cuantiosas donaciones, que preside fundaciones benéficas y que su empresa da trabajo a muchas personas. Todo eso está muy bien, de verdad, pero me parece poco para la dimensión en la que usted se halla.

Parece ser que el mercado inmobiliario es una de sus grandes fuentes de ingresos. Posee numerosos edificios en algunas de las ciudades más caras del mundo. Sus oportunas y exitosas inversiones le reportan grandes beneficios, pero repito, ¿qué aporta eso a su entorno? ¿Qué valor está generando usted? Esa misma especulación fue la que insufló el aire a nuestra particular burbuja. ¿Le parece que ha traído algo positivo para la sociedad, más allá de los que se lucraron con esas prácticas nefastas?

Como antes mencioné, da usted trabajo a miles de personas en sus innumerables tiendas. Sin embargo apuesta por la deslocalización de sus plantas productivas, muchas de las cuales se encuentran en países asiáticos. ¡Lógico! —me dirá. Claro, allí la mano de obra es infinitamente más barata, lo que le permite multiplicar sus ganancias. Por simple desconocimiento, no entro ya a valorar cómo y dónde pagan impuestos sus sociedades, aunque no es difícil aventurar que muchos se van fuera de España, ¿me equivoco?

Lo que sí puedo decir sin temor a equivocarme es que, si sus fábricas estuviesen en territorio español, miles de familias vivirían de ello. ¿No cree que eso generaría verdadero valor en un momento como el que vivimos? Ya, ya sé. Entonces usted ganaría menos dinero. Y tal vez no sería el tercero más rico del mundo. Quizá sería el 10º. O el 20º. O incluso el 100º. Pero, ¿cree que viviría usted peor siendo el número 100 de la lista? ¿Qué se puede hacer con 57000 millones que no se pueda hacer con 10000 o 20000? ¿No estarían todas sus necesidades de sobra cubiertas?

Entiéndame bien. No estoy diciendo que tenga obligación de hacer nada por nadie. El hecho de ser rico no obliga a convertirse en una ONG. Cada uno hace lo que le parece. Solo le estoy explicando porqué no le admiro, nada más. Y me da rabia, no se crea, porque sí tiene otras cualidades que considero admirables.

Entre estas cualidades está su descomunal olfato para los negocios y su visión empresarial. Con tales virtudes y semejante patrimonio, ¿me está diciendo que no tiene la posibilidad de crear nada de más valor? Me refiero a valor de verdad. No algo volátil y efímero como la especulación financiera, sino tangible y duradero como su imponente imperio empresarial. Algo que signifique un cambio de profundo calado para su tierra. Si se lo propone, usted puede desencadenar ese cambio. Tanto es así, que puede poner la primera piedra para transformar radicalmente el sino de nuestro país. ¿Cómo? En lugar de fabricar en Bangladesh, fabrique en España. En lugar de invertir en ladrillo, invierta en conocimiento. Permita a profesionales de su país desempeñar su trabajo sin tener que irse a miles de kilómetros.

Además de intereses y de rentabilidad, usted sabe mucho de industria y de la importancia que esta tiene para la economía de un país. ¿Porqué no la promueve? ¿Porqué no crea nuevas industrias o apoya las existentes? ¿Qué supone para usted establecer una empresa tecnológica o un centro de investigación —por ejemplo en suelo español? Yo diría que puede afrontar el gasto, ¿no? Si usted no puede, ¿quién puede? Es más, con su instinto para los negocios, apuesto a que sería capaz de obtener ganancias incluso.

Como he dicho antes, cada uno decide qué hace con su dinero. Los hechos demuestran que usted lo hace muy bien para sus intereses, por eso ocupa un lugar en el pódium de ricos. Pero si le importa algo mi opinión, yo solo le admiraré —y profundamente, se lo aseguro— cuando haga estas cosas que digo, aunque ello le cueste salir del top 100.

Usted es considerado un absoluto triunfador. No sé cómo lo ve usted pero, si yo fuese el tercer hombre más rico del mundo y no hiciese todo lo posible por mejorar mi tierra, me sentiría un completo fracasado. Se lo digo con total sinceridad.

Es triste que el dinero sea el único motor que nos mueve. Todos queremos tener más y más. Pero aunque no lo parezca, hay cosas mucho más valiosas que el dinero.

¡Se me ocurren tantas cosas que hacer! Pero por desgracia no tengo sus recursos...

En fin, no quiero acabar sin antes dejar claro que me alegro de que le vaya tan bien. Ya sabe que, en nuestra querida España, se lapida con saña a todo aquel que tiene éxito en algo, sobre todo si es de casa. Yo no soy de esos.

Nada más Sr. Ortega. No se tome esto como algo personal. Lo mismo opino de otros colegas suyos con menos renombre pero cuentas corrientes igual de rebosantes. Quizá haya escuchado que, este verano, disfrutó de unas vacaciones en Avión (Ourense) el hombre que ostenta el cetro mundial de los multimillonarios, el mejicano Carlos Slim, invitado por otro millonario de la zona. Esa es una tierra de emigrantes por excelencia, muchos de los cuales también lograron amasar ingentes fortunas, principalmente en México. ¿Y qué es lo mejor que hacen por su pueblo? Exhibir sus coches caros y llevarse al gaznate la mejor comida y bebida cuando vuelven de vacaciones. Ah, y pagarle a los vecinos un par de conciertos a modo de limosna. Pero, eso sí, los "ahorrillos" los tienen en otros países. Y los negocios también.

Atentamente,

Ciudadano P

domingo, 13 de octubre de 2013

Encuentra las 7 diferencias

Los cientos —o quizá miles— de ofertas de empleo que he analizado durante los últimos meses me han mostrado otra de las muchas y profundas diferencias entre la cultura española y la alemana. Es obvio que, los buenos modales, se tienen o no se tienen, y se demuestran en cualquier ámbito de la vida. Pero vamos al grano. A continuación expongo la estructura tipo de los anuncios de trabajo en cada país. ¿Conseguiréis detectar las diferencias? ;)



ANUNCIO TIPO EN ALEMANIA

El contenido suele ser bastante estándar e incluye siempre los apartados siguientes:
  • Presentación: Breve pero descriptiva introducción de la empresa. Como mínimo se cita el sector, productos y ámbito de aplicación, aunque no es extraño que se mencionen también algunas de las ventajas más atractivas para los empleados, así como su filosofía empresarial. 
  • Lugar de trabajo y denominación exacta del puesto. 
  • Responsabilidades: Descripción detallada de las principales tareas que conciernen al puesto, departamentos con los que se deberá interactuar, etc. 
  • Requisitos: Estudios y experiencia necesarios, así como idiomas u otros posibles requerimientos, todo ello ajustado al puesto, con un enfoque realista y sin sobredimensionar las exigencias. 
  • Observaciones: Modo en que han de ser enviadas las solicitudes (correo postal, correo electrónico, página web...) y documentos o datos que deben incluirse. 
  • Contacto: Animan a los interesados a presentar su solicitud y a preguntar cualquier duda que exista al respecto de la oferta. Para ello aparece siempre el nombre de la persona de contacto junto con su dirección, teléfono y/o correo eléctronico.
Una vez enviadas, en casi todos los casos, las solicitudes son recibidas, atendidas y respondidas con exquisita corrección y respeto hacia el aspirante, tanto si este sigue en el proceso como si no.

ANUNCIO TIPO EN ESPAÑA

En cualquiera de los portales de empleo españoles es habitual ver cosas como estas:
  • Descripción de la empresa: Se zanja con la manida expresión "empresa líder en su sector" —curiosamente siempre lo son—. Eso es todo. Nombre, actividad y productos brillan por su ausencia. 
  • Puesto vacante: En mi profesión se ha puesto de moda designar el cargo con la palabra 'técnico' en lugar de 'ingeniero' —una declaración de intenciones en toda regla, que ya anuncia la mierda que van a pagarte—.
  • Descripción del puesto: Aquí se imponen dos corrientes principales:
    • la minimalista, o sea, rellenar este campo con apenas tres palabras que nada explican sobre las tareas a realizar;
    • y la ecléctica, lo que viene a ser el chico para todo, vamos. Mezclan cosas del tipo "gestionar proyectos, dirigir equipos, tomar decisiones estratégicas, desarrollar el producto..." con otras como "manejar carretilla, operar grúa, recoger residuos, manipular herramientas..." —curiosa fusión de conceptos—.
  • Requisitos: Llega el desparrame. Por pedir que no quede. Titulaciones por doquier, años de experiencia y sólidos conocimientos de todas las disciplinas habidas y por haber. Nivel bilingüe de inglés, francés, alemán, italiano, portugués, chino mandarín y swahili, valorándose también esperanto y lengua élfica. Disponibilidad para viajar y para trabajar a turnos, noches, fines de semana, festivos y fiestas de guardar. Incorporación inmediata. Imprescindible residencia próxima al lugar de trabajo —me pregunto qué coño importará eso—. 
  • Tipo de contrato: "Otros contratos" —¿?—.
  • Salario: Y todo ello por el módico precio de... ¡900€ brutos al mes! genial, ¿a que sí?—.
Una vez enviadas, en casi todos los casos, las solicitudes son tratadas con la más vulgar zafiedad, desconsideración y falta de respeto hacia el aspirante, quien desconoce si la documentación remitida ha llegado a manos de alguien o se ha perdido en una dimensión paralela, tanto si sigue en el proceso como si no.


PD: ¿Aún creéis que solo políticos y banqueros son culpables de la situación del país? Señores, España la hacemos TODOS.

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sábado, 28 de septiembre de 2013

Sobrevivir al fracaso

Tras las innumerables vueltas y revueltas de los últimos meses, vuelvo a tener un empleo. No quiere decir esto que haya salido del atolladero. Primero, porque he perdido en varios aspectos con respecto a mi anterior trabajo. Segundo, porque no tengo más remedio que quedarme en Alemania, y la deseada vuelta a casa sigue siendo una utopía. No obstante, he decidido comentar algunas acciones que me han servido para reconducir —aunque solo sea levemente— la situación. Porque, en la vida, hay momentos para avanzar a toda vela y otros en los que toca aguantar el chaparrón minimizando los daños del navío.

Siempre es duro sobreponerse a un fracaso y, desde luego, yo no poseo una fórmula mágica para ello. Sin embargo, una cosa tengo clara: difícilmente puedo resolver un problema negando su existencia. Por eso, creo que se debe comenzar llamándole a las cosas por su nombre. Hay que dejarse de chorradas y asumir la realidad: HE FRACASADO. Punto. De lo contrario me estoy engañando.

A continuación toca reflexionar profunda y serenamente sobre los factores que han provocado ese desenlace. Y en este punto es necesaria una gran dósis de autocrítica. Naturalmente que existen causas externas que no he podido controlar, pero es imprescindible identificar y reconocer mis propios errores.

Es entonces cuando puedo corregir aquello que he hecho mal. En este sentido, yo he procurado trabajar sobre mis 3 "pecados capitales", los cuales fueron objeto de sendas entradas en este blog:
  1. El idioma. Es temerario, a la par que ingenuo, creer que se puede desarrollar una vida plena en un país desconociendo su lengua. He intentado subsanar este error garrafal mejorando mi nivel de alemán y, si alguien duda de que este es un factor decisivo, le diré una cosa: SOLAMENTE me llegaron ofertas cuando convencí a las empresas de que podía comunicarme en su idioma.
  2. Las apariencias. La imagen que las empresas venden de sí mismas raras veces se corresponde con la realidad. A estas alturas, he experimentado lo suficiente para saber que TODAS son iguales. Uno no sabe dónde se mete hasta que está dentro, y Alemania no es diferente en eso. Dentro de lo posible, esta vez he tratado de juzgar con mayor objetividad las alternativas que se me presentaban. Aún así, no puede decirse que mi elección sea muy diferente de los sitios que he conocido antes.
  3. La especialización. El arma de doble filo. Centrarme en un campo muy específico me cerró casi todas las puertas cuando este se vino abajo. He tenido bastante claro qué línea(s) seguir para vencer este obstáculo, pero el proceso de reciclaje no está siendo fácil y, por ahora, solo lo he conseguido parcialmente. Me queda mucho que pelear, pero es un comienzo.
Con estas labores de "desescombro" he comenzado a corregir mis principales errores, pero ninguno de ellos está plenamente subsanado. Mi balance personal es que, de momento, he conseguido sobrevivir a este fracaso —que no es poco—, aunque no está superado todavía. Son varias las circunstancias que me mantienen al borde del abismo —entre otras, que volveré a visitar la agencia de empleo más pronto que tarde—, así que no puedo considerar satisfactorio el statu quo. 

Empleando un símil futbolero, digamos que la situación actual se asemeja a una racha de empates consecutivos. Si a continuación llega otra derrota, los empates no valdrán nada. Pero si lo que llega es una victoria, estos empates cobrarán valor y se verán como el inicio de la recuperación.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Individualismo: la soledad del fracaso

Decía Aristóteles que "el hombre es un ser social por naturaleza". Francamente, cuesta creerlo viendo el alarmante grado de individualismo que se ha instalado en la sociedad. Vivimos cada vez más encerrados en nosotros mismos. Los problemas o preocupaciones de otras personas nos resbalan, lo único que importa es lo nuestro. Hace ya tiempo que había constatado este hecho, y durante los últimos meses ha quedado patente en la soledad de mi fracaso.


Debo admitir que yo mismo soy bastante individualista en muchos aspectos. Sin embargo, una cosa es gozar de tu independencia personal y otra es que te importe un carajo todo aquello que no te afecte a ti directamente. Esa es la tendencia que se impone ahora: YO, YO y YO.

Esta pauta de comportamiento se percibe a muchos niveles:
  • Se percibe en el ámbito laboral, donde la competitividad es cada vez más feroz. Todos quieren demostrar que son mejores que el resto y obtener para sí el mayor beneficio posible. La competitividad es buena y necesaria en su justa medida, porque nos hace mejorar, pero llevada al extremo puede resultar absurda. En lugar de competir por todo, más nos convendría aprender a colaborar. 
  • Se percibe, por supuesto, en la sociedad, arrastrada por politicuchos de medio pelo que embaucan a las masas ignorantes. Todos quieren separarse de todos. Las comunidades del estado, las provincias de las comunidades, las ciudades de las provincias y los barrios de las ciudades. A este paso llegaremos a constituirnos cada uno de nosotros en un ente soberano independiente. Por cierto, hablando del tema, esos soplapollas que juegan a convocar referéndums de independencia equivocan la estrategia. Ya que no les dan permiso para votar si Cataluña se separa, yo les doy una idea: lo que tienen que hacer es celebrar el referéndum en el resto de España. Votemos nosotros si queremos que Cataluña sea parte de España o si preferimos mandarla a tomar por culo y que nos deje de tocar los huevos de una puta vez. A lo mejor se llevarían una sorpresa con los resultados. Y a ver luego cómo esconden esos vulgares chupópteros su patética gestión.
  • Finalmente, se percibe también, claro está, en las relaciones personales. Es decepcionante la facilidad con la que alguna gente se olvida de ti y prescinde de mantener el contacto escudándose en sus muchos e importantes quehaceres. Todo el mundo está siempre ocupadísimo pensando en SU trabajo, SUS vacaciones, SU casa, SU hijo, SU perro o SU canario, y pasa olímpicamente de los demás, incluso de los amigos.

Es este último punto el que me ha llevado a escribir la entrada de hoy. Durante todos estos meses he lamentado el nulo apoyo de personas que otrora fueron buenos amigos. Naturalmente, nadie está obligado a ayudarme, y mucho menos a resolver mis problemas, lo cual me compete a mí. No es eso lo que digo. Hablo simplemente de interesarse por la evolución de las cosas, de transmitir algo de ánimo y, si se tercia, de echar un pequeño cable a un amigo que pasa por una situación adversa.

Por otra parte, tampoco es nada nuevo. No viene motivado por las circunstancias, sino que me ha pasado constantemente con ciertas personas. Personas, por cierto, por las que yo sí me mojé en su momento, con las que yo sí me impliqué cuando tuvieron problemas y por las que incluso llegué a buscarme más de una complicación.

Da la impresión de que la gente solo sabe "comunicarse" a través de eso que llaman redes sociales —que para mí son todo lo contrario—. Yo no tengo cuenta en ninguna de esas redes —ni pienso, al menos para uso personal— por muchos motivos que no voy a enumerar aquí. ¿Significa eso que no es posible mantener el contacto? Por lo visto, para mucha gente sí. En la era de Internet, los correos electrónicos, los teléfonos móviles y demás, a menudo parece que estamos más incomunicados que nunca, viviendo dentro de nuestra burbuja personal. ¿Qué cuesta dedicar aunque solo sean 5-10 minutos una vez al mes? ¿Es tu vida tan jodidamente ocupada que no tienes ni siquiera ese tiempo para alguien que te importa? Eso es dejadez y falta de interés. Si no te "molestas" en hacer ni eso, no eres digno de llamarte AMIGO.

Desde luego, si así se actúa con los amigos, ¿qué cabe esperar con los desconocidos?

PD: a los que siguen a mi lado, les agradecezco el esfuerzo.

viernes, 30 de agosto de 2013

La destrucción como pasatiempo

Actuar correctamente incluso cuando nadie te ve. No es esta su definición oficial, pero así me gusta a mí describir lo que es el civismo —transformando ligeramente una célebre frase de Henry Ford—. Comoquiera que la definamos, es indudable que esa virtud —la carencia de ella— explica muchos porqués de nuestra situación actual. Ya lo mencioné en su día al explicar porqué España nunca será como Alemania, y no pasa un día sin que los hechos demuestren la clase de país que somos.
"Un país habrá llegado al máximo de su civismo cuando en él se puedan celebrar los partidos de fútbol sin árbitros."
- José Luis Coll -



El otro día, leyendo una entrada en el blog de Arabella —española afincada en el Reino Unido—, me vino de nuevo a la cabeza ese concepto de 'civismo'. El artículo hablaba de los objetos que están a la venta en la calle sin vigilancia alguna, con total confianza en que nadie se los llevará sin pagar. Cosas como esta nos causan gran sorpresa a los españoles —y latinos en general, me atrevo a añadir, lo cual es, sin duda, muy significativo. Con esa mentalidad, ¿quién puede extrañarse del número de ladrones que tenemos por metro cuadrado? Y es que todos llevamos dentro un pequeño ratero. Esos folios que te llevas de la oficina, ese medicamento que "trincas" con la cartilla del abuelo, esas facturas personales que te desgravas a través de una sociedad... ya sabes, lo típico.

Pero no solamente robando sabemos joder al prójimo. Que va. Tenemos un repertorio de lo más amplio y variado. Muchos de vosotros estaréis HASTA LOS HUEVOS, como yo, de ver mobiliario y espacios públicos destrozados, parques y jardines sembrados de mierda de perro o portales llenos de pintadas y meadas —cuando no cosas peores—. No hay que buscar muy a fondo para encontrar comportamientos incívicos.

En eso mismo pienso estos días al presenciar, como cada verano, la quema masiva de montes por parte de BASTARDOS HIJOS DE LA GRAN PUTA que destruyen nuestros recursos naturales y, de paso, atentan contra la vida de las personas. El ser un español en Alemania hace que la comparación entre ambos países me resulte siempre ineludible ante cualquier suceso. Sin haber estudiado el asunto, tenía la sensación de que aquí los incendios no son un problema tan grave. Pero para hablar con más rigor, decidí documentarme un poco. He aquí mis hallazgos:
  • En 2012 hubo en España cerca de 15.000 incendios, que quemaron prácticamente 200.000 ha (fuente: MAGRAMA). En ese mismo año se registraron en Alemania 701 incendios, y la superficie quemada fue de unas 270 ha (fuente: BLE). Es decir, en España se quemó una superficie 740 veces mayor que en Alemania. 
  • Claro, España es más grande y tiene más bosques, por lo que no sería justo comparar así a pelo. Por eso me informé sobre la proporción de masa forestal en ambos países. La superficie forestal de España supone más de la mitad del área total del país, mientras que en Alemania la relación no llega a un tercio. Además, España es un 40% más extensa que Alemania. Por tanto, nuestra superficie forestal total es 2,5 veces mayor (fuente: Eurostat). 
  • Conclusión: una superficie 2,5 veces mayor sufrió 740 veces más daños. O sea, que nuestro "índice de destrucción", por así llamarlo, fue 296 veces superior. Creo que el dato habla por sí solo.
Por otro lado, en un país tan propenso a estas agresiones caben muchas reflexiones al respecto. ¿Porqué no se pone al ejército en pleno a patrullar los montes para evitar los incendios? Enviarlos cuando la situación se va de las manos puede servir de ayuda, pero ahí el mal ya está hecho. ¿Porqué permanecen los montes en tal estado de abandono? ¿Porqué no se revalorizan y se les saca partido mediante una explotación sostenible que reporte beneficios económicos y ambientales? ¿Porqué países con mucha menos masa forestal que España sacan bastante más provecho de ella? ¿? ¿? ¿?

En fin, este es tan solo un ejemplo de los muchos que evidencian que, en España, se practica la destrucción como pasatiempo, con el inestimable "patrocinio" de nuestra justicia de pacotilla, claro está, que nada hace por meter en cintura a los delincuentes.

domingo, 18 de agosto de 2013

Repostar combustible

En Alemania, repostar no es algo que deba hacerse a la ligera. La práctica más extendida en España sigue siendo la de parar en la primera gasolinera que veas, sea la hora y el día que sea. Los que empleen ese método aquí están abocados al despilfarro. En una misma estación de servicio pueden verse tranquilamente diferencias de 10-15 céntimos/litro dependiendo del momento en que se llene el depósito. Por tanto, dejar el asunto en manos del azar puede aumentar el sufrimiento de nuestro bolsillo.


Los precios suelen seguir un esquema de comportamiento bastante regular casi todo el año, si bien hay épocas —principalmente fechas vacacionales— en las que puede romperse esa tónica. Excepciones aparte, hay dos reglas básicas que deben tenerse en cuenta para repostar de la forma más económica.

Mejor por la tarde

El combustible alcanza su precio más alto siempre a primera hora de la mañana, y va descendiendo progresivamente con el transcurso del día. A última hora de la tarde es cuando resulta más económico (hasta 10 céntimos/litro), justo antes del cierre de las gasolineras. Ojo, las que no cierran de noche vuelven a subir el precio al entrar en horario nocturno.

Fuente: observación propia y benzinpreis.de

Mejor a mitad de semana

El lunes suele ser el día más caro, presumiblemente debido a la mayor demanda —muchos hacen acopio de combustible para la semana—. En cambio, los días centrales de la semana suelen ser más propicios, sobre todo el miércoles.

Fuente: observación propia y benzinpreis.de

Otra pauta común que puede añadirse a estas dos reglas es que siempre resulta más caro repostar en autopista (4-8 céntimos/litro). Esto no es exclusivo de Alemania, pues es bien sabido que suele suceder lo mismo en otros países. En Francia, por ejemplo, se aprecian diferencias de hasta 15-20 céntimos/litro.

Como dije anteriormente, la tendencia puede modificarse a veces en función de la demanda. Por ello, pueden ser útiles páginas como benzinpreis.de (disponible en español), que actualizan constantemente estos y otros datos referentes al combustible.

En todo caso, siempre conviene analizar las particularidades de las gasolineras próximas, para localizar las más económicas en cada zona. Pueden encontrarse notables diferencias de precio entre establecimientos situados a poca distancia.

Y para terminar, dejo un par de recomendaciones relacionadas con el tema de hoy, para los que planeen escapadas por aquí.

Decir que los alemanes son poco amigos de la improvisación no es descubrir nada nuevo. Todo lo referido a movilidad está cuidadosamente estudiado. Si planean salidas, excursiones, desplazamientos o eventos lúdicos, quieren saber de antemano lo que encontrarán, tanto en el lugar de destino como en el camino hasta este. Aquello de "...al llegar allí ya veremos..." o "...ya decidiremos sobre la marcha...", tiene poca cabida normalmente. Por eso, establecimientos públicos y particulares informan con profusión sobre prácticamente todo lo que uno necesita saber antes de ir: horarios, precios, opciones, servicios, etc. Vale la pena aprovecharlo para elegir bien.
 
 
Otra cosa que también puede ser útil es consultar las obras —siempre numerosas— que habrá por la carretera a lo largo de la ruta. Esta información la ofrece con detalle la propia administración pública (como sucede por ejemplo en Baden-Württemberg), incluyendo el punto kilométrico exacto, duración, motivo de las mismas, etc. Un recurso interesante en un país permanentemente en obras, dicho sea de paso...

miércoles, 31 de julio de 2013

El peso de los títulos

Años de estudios y preparación, una trayectoria profesional como aval, referencias, idiomas, experiencia internacional... Nada de esto parece bastar para saciar el voraz apetito de potenciales empleadores. En alguna ocasión ya he hablado de la titulitis galopante que azota estas tierras, pero me siguen dejando patidifuso las situaciones absurdas a las que me enfrento. Si no lo veo no lo creo.


SITUACIÓN Nº 1: Oferta de empleo que me va como anillo al dedo. Cumplo todos y cada uno de los requisitos: experiencia, idiomas, estudios... Recibo respuesta negativa a la solicitud. Argumento esgrimido (cito textualmente): "sus cualificaciones no cumplen EN NINGÚN CASO los requerimientos del puesto"¿¡!? El estupor se apodera de mí. ¿Qué coño he estado haciendo toda mi vida entonces?

SITUACIÓN Nº 2: De nuevo, oferta de empleo apropiada. Preparo una completísima solicitud plagada de documentos (como se hace aquí siempre). Resalto especialmente los aspectos de mi trayectoria laboral interesantes para el puesto, y no tanto mi formación, ya que esta tiene menor relevancia en comparación con la experiencia (al menos eso me dicta la lógica). Tras deliberar varios días, me piden mi expediente universitario. Sabiendo donde me encuentro, esto cae dentro de lo normal, así que no le doy demasiada importancia y se lo envío. No es suficiente. Ahora quieren referencias de mi etapa universitaria. Aunque empieza a parecerme excesivo, procedo a facilitárselas también. Pero aún no había acabado la cosa. Lo siguiente que me solicitan son los expedientes completos de toda mi etapa académica, esto es, educación secundaria y ¡PRIMARIA! Ahí sí que ya se me desencaja la mandíbula directamente... ¿Qué me pedirán luego? ¿Las huellas digitales? ¿La partida de nacimiento? ¿El árbol genealógico? Pero, ¡pedazo de gilipollas! ¿De todo mi currículum y bagaje, lo que te interesa y por lo cual vas a decidir mi incorporación es mi nota de pretecnología en 2º de EGB? ¿¿Nos hemos vuelto locos o qué?? Sé porqué lo hacen y sé que así funciona este país, pero eso no significa que no sea completamente absurdo. ¿Qué peso puede tener esa lejana e insignificante fase de mi vida al lado de mi carrera profesional? ¿Acaso hay algo más importante que la experiencia acreditada (no exenta de la debida formación, claro está)?

SITUACIÓN Nº 3: Oferta de empleo apropiada salvo por un punto. A pesar de tener experiencia en puesto similar, mi titulación universitaria no corresponde exactamente con la que solicitan. Visto lo visto, cuento con que ese detalle será un talón de Aquiles insalvable. Naturalmente, la negativa no se hace esperar. Me descartan "porque mi formación académica no cumple los requerimientos". Una vez más, se la sudan los años de experiencia que tenga en esa actividad.

Finalmente, llega la escena que me da la puntilla.

SITUACIÓN Nº 4: Oficina de empleo. Me convocan para estudiar mis expectativas actuales y la evolución desde la última reunión. Me preguntan cómo va la búsqueda, le explico que la cosa sigue chunga, hablamos de esto y lo otro... Puro trámite. Conclusión de la charla: "tenga usted este folleto; ahí se explica cómo solicitar que le reconozcan oficialmente sus títulos extranjeros en Alemania". ¡Lo que me faltaba por ver! Es que los títulos que dan en el extranjero son de tómbola, por lo visto. Parece ser que las matemáticas, la física o la química se rigen por leyes distintas aquí que en el resto del universo, por eso no valen las que estudiamos fuera. ¡Hay que joderse!

Este tipo de actitudes me recuerdan mucho a lo que ocurre en otros países avanzados del mundo. El saberse por delante del resto en muchos aspectos les hace caer en una enorme soberbia con extrema facilidad. A menudo se creen que todo lo de fuera es peor y que solo ellos saben hacer bien las cosas. Una falta de criterio que considero profundamente absurda y discriminatoria, y que ilustra un carácter elitista muy extendido en estas sociedades.

Naturalmente, admito que debe existir cierto control sobre las titulaciones "importadas"; es verdad que hay de todo por el mundo adelante. Comprendo que se exijan garantías en ese sentido, pero las situaciones que me han ocurrido me parecen completamente irracionales, porque:

  1. Estamos hablando de países pertenecientes a la UE; esas garantías se presuponen. Si no es así, apaga y vámonos, que desmonten el chiringuito de una vez.
  2. No soy un recién licenciado, tengo una experiencia detrás. Es decir, otras empresas ya han comprobado que mis títulos no son "de palo".
  3. Ya he trabajado en Alemania. O sea, otros congéneres suyos ya le han dado el visto bueno a mi formación, por si es que sus selectos paladares solo aceptan el rasero nacional.
Así pues, no pienso ir como un corderito a pedir su beneplácito para mis títulos españoles. Por lo que a mí respecta, pueden esperar sentados. Y si deciden rechazarme por semejante chorrada, me voy con la conciencia muy tranquila y la cabeza bien alta. Ellos se lo pierden.

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viernes, 12 de julio de 2013

Manual del inmigrante

Cuando uno llega a un país extranjero, es increíble la cantidad de cosas que lo dejan completamente fuera de juego por simple y absoluta ignorancia. El que más y el que menos se ha pasado un tiempo haciendo algo de modo incorrecto sin tener ni la menor idea, sencillamente porque nadie se lo advirtió. A veces los autóctonos dan por supuesto que todo el mundo sabe esas cosas pero, por desgracia, a los inmigrantes no nos entregan un manual de instrucciones a la entrada, así que vamos de sorpresa en sorpresa quedándonos a cuadros con nuestros hallazgos. Hoy quisiera citar algunas de esas cosas que se da por hecho que debes saber (de Alemania en mi caso), pero que nadie te dice cuando llegas y que vas descubriendo a base de investigar, de estrellarte o por pura casualidad.


La primera cosa de la que me percaté nada más cruzar la frontera —literalmente— fue que debía cambiar mi filosofía al conducir. Recuerdo mi estupefacción al observar una manada de ñus al volante compitiendo ferozmente por progresar en el carril izquierdo, mientras el derecho permanecía impoluto. La conducción aquí resulta estresante mientras no te adaptas, es casi una competición. Y no por las altas velocidades, sino por la agresividad de los movimientos. Se tarda algún tiempo en entender las reglas no escritas de la carretera...

Siguiendo con el tema automoción, también me asombró el tema del aparcamiento. Me costó asimilar que hubiese "trozos de calle privados", es decir, partes de la vía pública donde solo puede aparcar el dueño de la casa de al lado. Esto, unido a las innumerables restricciones existentes, llega a producir una verdadera psicosis cuando quieres aparcar el coche. Vas con la sensación de que todos los lugares están prohibidos —y así es en la mayoría de los casos.

Una de las cosas que descubrí por casualidad fue la pegatina medioambiental, tras un tiempo saltándome esta regla por desconocimiento —sin consecuencias para mi bolsillo, afortunadamente. Es una pegatina que debe colocarse en el parabrisas del coche y que indica, en una escala de 1 a 4, si contamina más (nivel 1) o menos (nivel 4). Según eso, la pegatina será verde (4), amarilla (3) o roja (2). A los de nivel 1 directamente ya no les dan pegatina son los apestados. La finalidad de esto es que, en determinadas zonas, no se permite la circulación a los vehículos más contaminantes, por lo que solo puedes entrar si llevas la pegatina adecuada.

Otro descubrimiento fue el diferente concepto de vivienda. Yo estaba acostumbrado al típico piso de ciudad en España, en un edificio de varias plantas. Aquí sin embargo es más habitual vivir en zonas residenciales de casas bajas (máximo dos alturas), unifamiliares o con pocos vecinos. Pero lo más sorprendente para mí fue ver que estaban completamente vacías. Y completamente significa justamente eso: cuatro paredes, sin muebles de ningún tipo, sin cocina e incluso sin cuarto de baño. Por no tener, no tienen ni bombillas. Me quedé atónito. Yo pretendía buscar una casa parcialmente amueblada para facilitar un poco mis inicios y, desde luego, tener baño y cocina es lo mínimo que esperaba. Pero resulta que aquí es normal mudarse con todo a cuestas, retrete incluido en algunos casos. En este sentido, el panorama que me encontré fue profundamente desalentador. Además, las mejores viviendas suelen estar en manos de agentes inmobiliarios que te cobran un dineral de comisión por acceder a ellas. Es muy muy complicado conseguir algo decente sin pagar comisiones. Por suerte, después de ver varias pocilgas, acabé encontrando un sitio bastante bueno, ¡con persianas y todo!

La siguiente sorpresa desagradable llegó al poco de instalarme. Una carta me informaba de la tasa que debía pagar por el simple hecho de poseer aparato de radio, televisor, ordenador o similar. Es lo que aquí se conoce como GEZ, un impuesto con el que financiamos los canales públicos del país. Esta fue una de las cosas que más me molestó acatar. De hecho, suscita una gran controversia también entre la población alemana.

Otro de los temas que más estupor me causó fue el de la basura. En España podemos tirarla en cualquier contenedor de la calle, ya que son públicos, y la recogen a diario. Aquí los contenedores son particulares, pertenecen al propietario de la casa, de modo que no puedes tirar tu basura en otro que no sea el tuyo. Aparte, hay unos días estipulados para la recogida de cada tipo de residuo que, según el caso, puede ser cada semana, cada dos semanas... Los contenedores se guardan fuera de la vista y, cuando toca recogida, debes andar listo para sacarlo del escondrijo a su hora o de lo contrario seguirás intimando con tu basura unos días más.

Relacionado con esto también conviene saber que, al comprar bebidas, se paga una fianza por la mayoría de los envases de plástico y vidrio. Este importe lo recuperas solo si devuelves las botellas en unas maquinitas que existen a tal efecto en los supermercados. Yo mandé alguna que otra a la basura mientras no me percaté del asunto... Luego entendí las caras de la gente al verlo...

En fin, existen montones de cosas más que podrían incluirse en ese hipotético manual para inmigrantes, pero os invito a que deis vuestro punto de vista y comentéis algunas, tanto de Alemania como de otros países. Sería interesante recopilar experiencias, a ver si alguien se anima a editar una guía de esas características... :)